Y a veces ocurre, que te enamoras de quien menos te lo esperas. No decidimos de quién, pero tampoco sabemos el por qué. Si te soy sincera, yo no creo en el destino, tampoco en el amor, pero si en la pasión y la atracción. No creo en el típico príncipe azul que te acaba diciendo que eres su princesa. Ni en las historias de una perfecta relación. La vida me ha traído tantas cosas, que al final he acabado en creer en nada. Al principio para mi todo, o casi siempre todo, podía llegarme a imaginar que sí, que de alguna forma o otra podría ser real todo lo que me contaban, que tendría mi príncipe azul, mi perfecta relación y mi único amor que en la cual siempre seríamos uno para el otro… simplemente, una vida perfecta. Pero no fue así, poco a poco, a mida que vas creciendo, te das cuenta de que no hay príncipe azul, ni relación perfecta, ni amor correspondido. Algunos tienen la suerte de encontrar a alguien que de verdad les importa, que se quieren como a nadie, que cuando se cruzan sus miradas, es cuando entonces ocurre, llegan las maripositas en el estomago. Sonríes nada más en ver a esa persona, te sientes bien cuando te abraza y te da uno de esos besos del sabor de sus labios. Al día de hoy, ya no puedes creerte nada donde salga la palabra ‘amor’ o que sea una simple indirecta… Y ahora, solo creo en la perfecta imperfección de la ironía de los cuentos que no existen si es que no los sacas del fruto de tu imaginación.
tienes razon
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